lunes, 3 de diciembre de 2012

El día en el que cambian tus prioridades

Santiago, 19 de noviembre de 2012.

El día en el que cambiaron mis prioridades fue el 23 de octubre de 2012. Tras una noche de vigilia, vinieron al mundo dos personas muy pequeñas, de menos de 50 cm y con un peso de cerca de 3 kg.

El día en el que cambiaron mis prioridades fue martes. Martes soleado y caluroso, día de octubre, otoño.

El día que más miedo sentí fue el pasado martes 23 de octubre. Al igual que fue el día más importante, más feliz, donde mis objetivos se fijaron.

El día en el que mi vida cambió para siempre no empezó a media noche, sino a las nueve y dieciséis minutos de un martes otoñal.

El día en el que empecé a ver con claridad, tuvieron que rasgar tu vientre para sacar las flores más bonitas jamás vistas. Tuviste que sufrir tanto para traer al mundo ese gran regalo.

El día en el que cambió mi vida, rompí a llorar cuando los ví por primera vez. Ella rosada, el con mucho pelo, fuertes, sanos, bellos.

Ulises nació a las nueve y dieciseis de la mañana y Elena le siguió a las nueve y dieciocho.

El día en el que cambiaron nuestras vidas para siempre fue el pasado martes 23 de octubre de 2012, mañana soleada y calurosa de un anaranjado otoño. Ellos nacieron con mucho frío y yo con mi pecho tuve que darles calor, entre llantos, mientras tú sufrías en una mesa de metal frío, en un frío quirófano de luz blanca.


Él buscaba comida, lamiéndome la piel, y ella gemía como un gatito asustado, apartados del único sitio que habían conocido, donde estaban seguros, calientes y bien alimentados.


El día más feliz de mi vida fue el pasado 23 de octubre de 2012. El día más importante de nuestras vidas.

Y cuando por fín apareciste, tras el quirófano, pude respirar tranquilo.