Santiago, 25 de agosto de 2012.
El pasado jueves tuve un curso de primeros auxilios. En el curso aprendí técnicas básicas para en caso de accidente poder asistir a personas en caso de accidente. Hubo una frase que nos dijo la profesora que me impactó. -Si ven un accidente en el que el accidentado no tiene sus zapatos, creánme que la persona ha muerto, se los digo por experiencia-. La razón es pura física, es tal la energía producidad durante el accidente que , casi con total seguridad se produzca una victima. Yo creo que para que se produzca tal situación, la velocidad que lleva el sujeto tiene que ser elevada y la disminución de la misma brusca, lo que hace que el zapato se desprenda del pie, por inercia. Simplemente el zapato continúa viajando.
Ya hemos terminado la parte de geofísica del proyecto en la región de Atacama. Ahora estoy esperando que comience otro en el norte de Chile. De momento me quedaré en Santiago procesando datos de Televiewer en la oficina. No sé por cuanto tiempo, pero espero que no sea por mucho ya que donde más disfruto es en terreno.
El miércoles pasado me llamó un compañero de trabajo para ir a un Karting. Nunca había estado y fue una experiencia bonita, llena de adrenalina y de mucho esfuerzo. Parece mentira el esfuerzo y la condición física que exige la conducción de un Kart. Es un vehículo pequeño que a penas alcanza sesenta kilómetros por hora, pero en cada curva sientes como tu cuerpo quiere salir del kart, también por inercia, tiende a seguir una trayectoria en línea recta, hacia el punto del vehículo donde la velocidad es máxima. Ahí es donde tu fuerza entra en juego y mediante tus brazos giras el volante en dirección opuesta, notando una atracción hacia afuera de la pista. Fue muy divertido, se pasó muy rápido. Una descarga de adrenalina.
El Viernes un grupo de cuatro españoles fuimos a esquiar a Valle Nevado, unas pistas cercanas a Santiago en plena coordillera de los Andes. El día antes había estado nevado por lo que la nieve estaba en su punto para practicar este deporte. El día estuvo bien pero en líneas generales me defraudó bastante. Tuve que madrugar bastante, recorrer medio Santiago, hacer una cola para pagar el alquiler del equipo, otra cola para sacar ticket para un autobús, otra cola para retirar el equipo de eski y una última para sacar el forfait ya en las pistas. Tras casi dos horas de curvas llegamos a las pistas. Rodeado de montañas de los Andes, entre ellas el cerro del Plomo, a más de cincomil metros de altura, algo espectacular. La pista en la que estuvimos a más altura fue cerca de los tresmil seiscientos metros. Pero no me gustó mucho porque había pocas pistas y muy cortas. Tenías que tomar varios telesillas para a penas diez minutos de descenso por pistas rectas, aburridas y con bastantes tramos en los que tenías que remar por falta de velocidad. Lo único era que hacía un día soleado muy bueno, aunque hacía mucho frío y que la nieve era polvo en muy buen estado.
Pero volviendo al miércoles, tras el buen rato pasado en el karting he de relatar un incidente que viví en primera persona y que si la relato en este blog no es por ser morboso o gore sino por hacer ver el peligro al que va sujeto la circulación de vehículos livianos en ciudad y en este caso en particular el peligro de la conducción de motocicletas. Nos montamos en la camioneta de mi compañero de trabajo para bajar desde la comuna La Reina, en dirección a Las Condes, donde ibamos a comer y luego pasarnos por la oficina. Descendiendo por la avenida Francisco Bilbao comenzó a llover tímidamente. La avenida Bilbao es bastante larga con cierta pendiente donde los vehículos tienden a alcanzar velocidades altas a pesar de estar en núcleo urbano. A nuestra izquierda había un parque con arbolitos, zona de corredores, columpios donde juegan niños y las típicas cosas que hay en un parque.
Bajando por la avenida de repente vimos una nube de polvo de madera, como si estuvieran podando los árboles. Más adelante vimos ramas en el asfalto. El coche que iba delante nuestro se detuvo, luego nosotros. Del coche de delante se bajó una chica y se echó las manos a la cabeza. Yo me bajé rápido y ví un arbol cortado más o menos por su mitad. Junto al árbol había una motocicleta. La rueda de delante estaba seccionada a unos metros de la motocicleta. Yo no me dí cuenta pero diez metros por delante de la motocicleta había una persona. A ésta persona le faltaba una pierna y se le veía la tibia y el peroné. También un hueso le salía de la espalda. Siento relatar ésto pero es como pasó. Mi compañero se le acercó y le habló mientras yo llamaba a emergencias. Mientras llegaba la policía me dió tiempo a ver mejor la escena del suceso. El hombre tenía que venir a una velocidad bastante alta pues había arrancado un pivote de hormigón que separaba la calzada de la acera, había salido volando cortando un árbol a una altura próxima a dos metros de altura donde la rueda se había separado del resto de la motocicleta proyectando al individuo a diez metros o quince de la situación del árbol. Llegaron los Carabineros y nos dijeron que nos fuéramos. Yo no podía comer y le dije a mi compañero que me dejara en la oficina.
Seguramente ese hombre se dirigía a su casa a comer, donde lo esperaban su mujer e hijos o quizá iba a visitar a su madre pero el caso es que ese hombre no llevaba puestos sus zapatos.
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